Por Fernando Veytia
Y después de que pase el pico de la Pandemia, la pregunta que todos nos hacemos es: ¿Qué sigue? ¿Regresar a la Normalidad?
Bueno… ¿Y qué era la normalidad? Despertar antes de que saliera el sol, un tanto malhumorados, despertar a los niños también un tanto malhumorados, hacer unos huevos revueltos de prisa, y salir corriendo al tráfico para apenas logar llegar,- a la puerta de la escuela dos minutos antes de que cerraran-. Una y otra vez...
O tal vez la Normalidad era… levantarse antes de que saliera el sol, bañarse con pensamientos citadinos intensos, salir de prisa, -para después frenar en periférico, -para ¨transitar¨ durante por lo menos dos horas-, a una velocidad promedio de 5 Km por hora, es decir: la mitad de la velocidad que tomaría correr la misma distancia-, a paso de un corredor amateur.
Ó a lo mejor la Normalidad era: El viernes al bar, el sábado la comida obligada con los suegros, un calendario apretado de compromisos sociales: bautizos, bodas, y uno que otro velorio… algunos de estos compromisos un tanto aburridos, otros muy divertidos.
La Normalidad para algunos, era comer garnachas fritas en aceite de dudosa procedencia, -varias veces durante el día-, en cualquier esquina en condiciones insalubres-. Hoy con las noticias del efecto del Covid-19 sobre personas obesas, lo han pensado dos veces, -incluso han comenzado a cuestionarse su dieta completa-. Y sí!, un plátano cuesta menos que una quesadilla.
La Normalidad para otros aunque suene exagerado, pues era simplemente pasar el fin de semana en su Yate en Acapulco, rodeados de bellas mujeres, -a las que ahora dudan ver-. ¿Que tal que me contagian?
En fin… la Normalidad tal vez no sea la misma durante mucho tiempo, tal vez años. Y ojalá… nunca regresemos a la Normalidad!
Covid-19 entre otras cosas nos ha enseñado a la mala, pero muy mala, que fumar es mortal, que una dieta balanceada es vital, vital en el sentido que hoy es asunto de vida ó muerte.

También nos ha enseñado que tenemos al planeta y su fauna castigado, apaleado… Covid-19 nos ha dado una forzosa oportunidad de conocer de una vez por todas lo más íntimo de nuestra propia familia, a la que a veces dábamos por un hecho. Hoy en el encierro, son nuestros más cercanos aliados en esta guerra contra lo desconocido.
Ojalá y nunca regersemos a esa normalidad del materialismo, el Bluff, las inútiles presiones sociales, a una ¨normalidad¨ en donde comprar el nuevo celular era más importante que una vida balanceada física y emocionalmente. Al Covid-19 no le interesa quien eres, sólo que tan sano está tu cuerpo y tu sistema inmunológico.
Ojalá y siempre recordemos estos meses ó años, como la época cuando cambiamos para siempre nuestra visión y misión en la vida. Lo más importante es estar Vivos! que los nuestros estén Vivos! lo demás pasa a segundo plano. Claro! que la crisis económica preocupa a todos, pero SobreVivir es por ahora la máxima prioridad.
Ojalá y los que fuman nunca regresen a la normalidad de fumarse desesperadamente una cajetilla ó dos al día, ojalá y siempre dediquemos mucho tiempo para convivir con nuestros hijos, familia, y seres queridos. Tiempo para la salud, para mantener una mente sana en cuerpo sano, como afirmaban sabiamente los antigüos Griegos.
Por cierto… los niños también han resultado ser los más aptos, se han adaptado mejor, juegan y ríen como si no pasara nada. Saben que algo está mal!, sin embargo se entregan a la batalla con los suyos.
Ojalá… y nunca regresemos a la normalidad de una economía global que no reconoce el término sustentabilidad. En el encierro estoy seguro más de uno se ha cuestionado seriamente: ¿Qué es lo que realmente necesito?
Ojalá pronto, muy pronto pase la pandemia, y termine ya! el sufrimiento de millones, pero que nunca, pero nunca! regresemos a esa Normalidad, que hoy nos tiene esclavizados a una crisis de salud, financiera y espiritual, -una auténtica crisis civilizatoria.-


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